Tenemos casi tres millones
de funcionarios sin funciones,
que no curran ni a empujones.
Ni a su encargado encargándose
de machacarles los riñones
por sus vitalicias retribuciones
(¡¡SERÁN CABRONES!!).
Y ahí están, rascándose
la panza y los cojones.
Y con no pocas vacilaciones,
desperezando ensoñaciones,
terminan la jornada acordándose:
“¡BIEN! ¡MAÑANA VACACIONES!"
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